Cóctel de bienvenida. Primer encuentro.
Por supuesto que la experiencia, me hizo estar contenta en dos sentidos: uno con respecto a los niños, otro con respecto a mí.
En los días que le siguieron, estuvimos seriamente ocupados.
Corrimos muebles, quitamos objetos, ampliamos locales y abrimos espacios y esta vez nosotros dos solitos... ¿Saben por que’? Porque nos sentíamos asiiiii... de fuertes y todo porque tres veces a la semana Héctor y yo visitamos el gimnasio.
¡Ah pues si! Que estos abuelitos están en forma .
Se sabe que sin exagerar, los ejercicios son muy buenos para la salud sobre todo en las personas mayores ¿Qué les parece?...
¡Ah! como les iba contando, ahora teníamos una mesa de trabajo.
Nos trazábamos estrategias de acuerdo a la edad de los futuros inquilinos.
Visitamos los hogares para conversar con los padres y conocer las individualidades de cada quien .Ellos también ayudaron a preparar "la casa infantil", nombre por el que se comenzó a llamar a mi vieja casona y puedo comentarles que ¡me agradaba muchisisimo!
De este modo, la mamá de Elianis prestó el equipo de video, el papá de Lucy películas infantiles y dibujos animados. Yo agregué el televisor, Héctor papeles, cartulinas, tijeras, crayolas, lápices de colores y plastilina.
Los dos salones previstos fueron poco a poco cambiando de aspecto. Las visitas de los padres se hicieron cotidianas. Alguien sugirió pintar las paredes. Así aparecieron cortinas, juguetes, mesitas con sus sillas, y un estante para libros. Las madres se encargaron de la limpieza y de ordenar el desorden.
Tres días antes de iniciarse la semana de receso, las habitaciones destinadas a los escolares estaban listas para recibirles.
¡Y nosotros también!
Aunque el primer encuentro nos colocaba a la expectativa de los acontecimientos, hasta el momento todo marchaba según nuestros planes.
Preparamos un cóctel de frutas, dulces y panecillos para la bienvenida. Al concluir las palabras iníciales, después del cóctel, los padres se retiraron. Siempre afloró un llanto e inmediatamente el instinto maternal me indicó lo que se debía hacer.
Al volver la calma, con Marla sentada en mi regazo, Héctor y yo conversamos con los niños. Teniendo en cuenta que las edades comprendidas oscilaban entre los 6 y 10 años, teníamos varias propuestas: Jugar, ver una película, dibujar, leerles un libro o hacerles un cuento y merendar. Todo dependía de qué quisieran. Ellos decidieron el siguiente orden:
Mi preocupación mayor eran los juegos. Temía, por la experiencia anterior al de los vaqueros sin embargo , Héctor se encargó de desvanecer mi inquietud. Propuso a los mayorcitos el juego de las imitaciones, mientras los más pequeños se dedicaban a dibujar, pero al final todos formaron un solo grupo; los unos imitaban, el resto trataba de adivinar.
Vimos a los niños integrados al juego y nosotros comenzamos a sentirnos más relajados. La tensión inicial fue desapareciendo y cuando quisieron disfrazarse, me vi sacando pelucas, sacos de mi esposo y vestidos ya en desuso.
El salón se transformó y entre risas y canciones llegó el momento para la merienda.
Cuando terminamos de forma ordenada, recogimos los vasos, cucharas y platillos desechables. Luego coloqué el sillón en el centro mientras los niños se acomodaron a mi alrededor.
_ Schhh.....- dijo Héctor - El cuento que Eufrasia les va a contar se llama, “ Gran caballito Dorado” y trata acerca de un caballito enano. ¿Saben cómo son?
_ Un caballito, así de mi tamaño- dijo Bárbara poniéndose de pie.
_ Quizás, un poquitín más alto. Se les llaman caballitos “ponis”
Concluyó Héctor sonriente. Antonio, el más pequeño de todos agregó:
_ ¡ Yo los he montado! Fue cuando mi papá me llevó al parque de diversiones.
_ ¡ Y yo también!
_ Bueno, bueno- intervine ante el entusiasmo infantil- de ellos precisamente, trata la historia de hoy. Pero antes... ¿Quieren que Héctor les diga algo sobre los caballos?
_!!!! Siiiiii....!!!!
Fue aprobado por unanimidad.
_ Pues bien, les voy a explicar que el caballo, es un cuadrúpedo que pertenece a la gran familia de los Equinos.
Se dice, que los hombres de las Estepas de Asia, lo adiestraron miles de años antes de nuestra era. Los pueblos de Mesopotamia, que utilizaban al buey para el trabajo duro, descubrieron al caballo y desde entonces, este ha servido incondicionalmente de gran ayuda al hombre.
Los romanos fueron los primeros en proteger los cascos con herradura metálica y al continente americano llegó en el siglo quince, de la mano de los conquistadores.
Hay quien asegura que la visión de los jinetes atemorizó de tal manera a los indígenas ¡que huyeron sin combatir!
Actualmente, los motores proporcionan la energía que se le exigía al caballo, de ahí que midamos todas las potencias de las máquinas en caballos de fuerza ¿Qué les parece?
_ Oye...- dijo el propio Leandro- ¿Dónde aprendiste todo eso Héctor?
_ ¡Ah, pues en la biblioteca! La visito a menudo porque es el mejor lugar para investigar. Puedo contarles muchas cosas emocionantes que he descubierto en ellas, pero... – bajo un poquitin la voz para darle más solemnidad al anuncio - Eufracia ya está preparada. Ahora sí que ha llegado... ¡la hora del cuento!
Como por arte de magia, los niños guardaron silencio y doce pares de ojitos quedaron prendidos, esperando lo que iba a decir... !Y Claro que lo dije!

Lo puedes leer en el LINK : LA HORA DEL CUENTO
El cuento se llama Gran caballito Dorado o' Seguir recorrido...
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