No tengo palabras para expresar lo contenta que estuve. Ni un solo niño llegó tarde.
A las cuatro y treinta apareció Leandro con un primito suyo ; quería integrarse al grupo.
Ese día el programa quedó elaborado con el siguiente orden:
Primero : Los niños van a dibujar
Tercero : Merienda
Cuarto : La hora del cuento
Como los niños son impredecibles y nunca teníamos la menor idea del orden elegido para el programa diario , estaban preparadas las condiciones para llevar a cabo cualquier actividad.
Como los niños son impredecibles y nunca teníamos la menor idea del orden elegido para el programa diario , estaban preparadas las condiciones para llevar a cabo cualquier actividad.
Los medios a utilizar para el dibujo esperaban en el armario de la esquina. Nada mas decidirse y ¡a correr!
¡Como si en cuestión de segundos los colores fueran a desaparecer!
Claro, eso lo entendemos bien los abuelitos porque somos casi niños, pero con mucha experiencia ¡que caray!
En el salón las cabecitas se juntaban en grupos de dos a tres .Y es que los niños dibujan ¡Como verdaderos pintores!
Los mayorcitos le sugieren algunas ideas a los más pequeñines, porque eso de hacerles el dibujo ¡nadita! Que cada cual, debe desarrollar su propia imaginación.
Cuando terminaron, unos y otros se intercambiaban los trabajos con verdadera satisfacción.
Después jugamos a la gallinita ciega .
Se acuerdan de :
“ _ Gallinita ciega ¿qué se te ha perdido?”
“ _Una aguja y un dedal”
“ _Pues da la media vuelta y échate a buscar”.
El niño que tiene los ojos vendados trata de atrapar a uno de los que están moviéndose alrededor.
Al rato se cansaron de tanto corretear y la merienda no se hizo esperar. Ahí me convencí una vez más de que los niños pueden ser muy ordenados cuando se les orienta e insiste con buenos modales.
Apenas sin percibir el tiempo, llegó el momento de iniciar la hora del cuento.
Héctor amablemente colocó el sillón para que me sentara y los niños se acomodaran donde pudieran escuchar .
Sin embargo, mi querido amigo explicó algo muy interesante que de alguna manera, tenía relación con lo que les iba a relatar.
_ Eufracia va a contarles una historia que sucedió aunque parezca increíble. Pero antes, yo quiero hacerles una pregunta. ¿Saben qué es el Universo?
Los mayorcitos dieron una respuesta satisfactoria de acuerdo a su edad, los demás le miraban con curiosidad y algunos prefirieron guardar silencio.
La tierra no es el mayor de los planetas, pero tampoco el más pequeño; no es el más caliente ni el más frío; ni el de movimientos más rápidos ni más lentos; ni el más distante del sol ni el más próximo y esta moderación de la tierra ha facilitado el desarrollo de la vida en la superficie.
El clima, los suelos, las aguas, la vegetación o los animales, integran la base sobre la cual se desenvuelve la vida en nuestro planeta, pero...
-Y aquí Héctor hizo énfasis- las diferentes especies de animales se
distribuyen en el globo terrestre en dependencia de la vegetación y el clima sin embargo, todos viven en esta superficie inmensa que se llama planeta Tierra y tienen el derecho de moverse de un lugar a otro, como las especies migratorias .
Seguramente se preguntarán...bueno ¿ A qué viene todo esto? Pues resulta que en la historia de hoy, había una coneja muy equivocada que pensó poner límites en el desarrollo deportivo de cierto animalito, por la sencilla razón de que éste, no vivía en el mismo bosque donde la coneja tenía su hogar.
_ Porque resulta que a Coni, le llamaban Coneja Veloz y se le había ocurrido organizar una “Fiesta del deporte”, en la que podían participar todos los animalitos; pero ella nunca imaginó que “alguien” viajara desde un lugar tan lejano y quisiera competir.
LA HORA DEL CUENTO
_ Menuda lección se llevó conejita veloz. Eso le pasó por menospreciar las habilidades de los demás- concluyó Héctor.
_ En mi escuela- agregó Julián- todos tenemos derecho a participar en cuántas actividades se programan.
_ Así es como es- dije- No debemos creer que somos superiores, esforzarnos por ser el mejor está bien, pero si no lo logramos admirar al que lo fue. Solo con intentarlo, estaremos satisfechos de nosotros mismos.
_ ¿ Y cómo se llama el cuento?- preguntó Bianca
_ Eufrasia lo tituló “La jaibita corredora”- dijo Héctor
_ Pues yo abuelo- le contestó Hectico - le hubiera puesto “Coneja cabeza dura”
_Yo creo que eso mismo pensaba Wally – dijo Hector siguiendo mis propias ideas -porque días más tarde para que no quedaran dudas ,apareció un cartel con letras mágicas a la entrada del bosque.
Ranu’ y Chuchu-cha se pasaron toda una semana transcribiendo los principios que se recogen en los llamados “Derechos del niño” proclamados en Ginebra una ciudad de Suiza , que en el mil novecientos cincuenta y nueve fueron reconocidos por las Naciones Unidas .
Y por si mis niños sienten curiosidad, que no se diga que Eufracia dejo para después algo tan, pero requete tan importante. Ahí les va ¡Si señor!.
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